Actualmente, el estudio de la
afasia es tan importante que hay investigadores que la consideran una rama independiente
de la neuropsicología, llamada Afasiología.
Su historia se remonta varios siglos atrás y se puede dividir en tres
criterios:
a) Evidencias
sobre la existencia de la afasia
b) Señalamiento
de los posibles mecanismos que subyacen a la afasia
c) Señalamiento
sobre la localización del lenguaje en el cerebro
Primeras evidencias sobre la existencia de la afasia
Éstas se remontan a papiros pertenecientes
a cirujanos Egipcios del 2800 A.C. Donde su mayor interés residía en localizar
el lado del cuerpo afectado. Este tipo de evidencias también las encontramos en
escritos de autores griegos, pues es ellos se describen alteraciones
relacionadas con el lenguaje y en muchas ocasiones su conexión con distintas
patologías como hemiparesia. En ambos casos, las descripciones eran pobres y
confusas.
Descripciones con mayor riqueza
descriptiva no llegarían hasta años después cuando en 1481 y 1673 por A. Guanerius
y J. Schmidt, quienes observaron pacientes con síntomas como no recordar el
nombre de personas conocidas, alexia (podía escribir pero no era capaz de leer)
etc. Y como estos, años posteriores, distintos personajes observaron distintos
cuadros clínicos donde el lenguaje estaba afectado.
Al comienzo del s.XIX aumentaron
la cantidad de menciones a este tipo de alteraciones relacionadas con el
lenguaje, iniciándose un estudio sistemático que llevaría al nacimiento de la
neuropsicología moderna.
Hacía los mecanismos que subyacen en la afasia
Las explicaciones de las causas
de la afasia han ido variando a lo largo del tiempo en base al desarrollo de la
época y de las ideas de los autores.
Hay dos nociones básicas sobre la
causa subyacente a este problema:
1. Alteraciones
del lenguaje asociadas a la memoria para las palabras (apoyada por la mayoría
de autores como Von Grafenberg, Howard y Hatfield, Critcheley etc).
2. Alteraciones
del lenguaje asociados a parálisis en la lengua.
En 1960 Benton y Joynt resumieron
el trabajo de J. Gesner. Éste, 200 años antes, contrariamente a lo que se
pensaba en su época, contribuyó las alteraciones del lenguaje a un defecto
derivado de la imposibilidad para asociar las imágenes o ideas abstractas con
sus correspondientes símbolos verbales. Gracias a esta idea se pudo diferenciar
entre afasia, alteraciones del pensamiento o conceptuales y las alteraciones en
la producción del lenguaje, adelantándose a la postura asociacionista
predominante en el s. XIX.
Hacia la localización de la afasia
![]() |
Paul Broca |
Durante el s. IV antes de nuestra
era, se consideraban los ventrículos cerebrales como la base de las funciones
psicológicas, siendo el ventrículo anterior el encargado de la percepción e
imaginación y el medio y posterior del pensamiento y memoria. En general, se
veía todo como una unidad de las funciones psicológicas y al cerebro como
sustrato material.
No fue hasta el finales del s.
XVIII cuando clínicos y anatomistas se interesaron en localizar las diferentes
capacidades. El anatomista Alemán L.A. Meyer en 1779 fue el primero en situar
las capacidades psicológicas como entes diferenciados y no como una unidad.
Así, apuntó el funcionamiento de las
funciones psicológicas en el trabajo del cuerpo calloso y cerebelo, mientras
que cada función individual tenía su localización: la memoria en la corteza
cerebral, la imaginación y pensamiento en la sustancia blanca y la voluntad y
la percepción en los sectores basales del cerebro.
Centrándonos en las funciones del
lenguaje, se comenzaron a relacionar sus alteraciones con lesiones en el
hemisferio izquierdo. A principios del s. XIX, F. Gall intenta representar la
corteza cerebral con creencias de capacidades aisladas, señalando que la
capacidad del lenguaje se encontraba en la parte frontal del cerebro. Además,
asentó la base de la frenología al asociar rasgos físicos con funciones
psicológicas. Estas ideas se impulsaron posteriormente con otros autores como
Luria, J. Bouillaud o M. Dax.
A lo largo de los trabajos
relacionados con la búsqueda de asociaciones directas entre funciones y
estructuras, se consiguió consolidar en
1861 los trabajos de P. Broca, k. Wernicke y L. Lichetheim entre otros.
P. Broca describió a un paciente con imposibilidad de hablar con una lesión en el tercio posterior de la circunvolución frontal, llamada actualmente área de Broca, asociada a trastornos en la producción. Mientras, K. Wernicke observó afectaciones en el lenguaje en lesiones del tercio posterior de la circunvalación temporal superior, está área llamada área de Wernicke se asocia a problemas en la comprensión cuando se ve afectada. Si se lesionan las fibras que unen ambas áreas también se dan problemas en el lenguaje.
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